sábado, 30 de marzo de 2019

Sigo siendo la misma niña pequeña que cambiaba de parecer cada dos por tres. Recuerdo que siempre elegía el motivo de mi cumpleaños faltando meses para la celebración, mi madre compraba todas las decoraciones, y cuando lo que restaba era ultimar detalles, me enamoraba de otra temática, de otros colores y siempre, siempre quería cambiar el plan a última hora. Ahora en mis intentos de ser grande me sigue pasando lo mismo pero con mis sueños del futuro, ¿sabes? A veces quiero estar sobre un escenario frente a una gran multitud para alimentarme de aplausos y de las cosquillas que se sienten tras bastidores. Otras, me intoxico del social media y sueño que hago videos contando tonterías que logran obtener un alcance viral, imagino que soy una blogger, que tomo fotos y que soy la protagonista de videos con tomas espectaculares y que a la gente le importa lo que digo; que colaboro con marcas y que tengo un lapso de fama efímera que me alcanza para costear un estilo de vida un poco más lujoso de lo habitual. Alguna vez soñé con ser escritora porque pensaba que mis sentimientos eran buena literatura y aunque me he alejado un poco de la idea, algún día me gustaría publicar mis pensamientos de niña perdida. Ayer tuve la alteración imaginaria de destino más reciente y me ví siendo dueña de un hotelito pequeño con una terraza espaciosa pero modesta para hacer actividades. Un lugar cerquita del mar para escuchar las olas a todas horas, para nunca perderme un atardecer. Para ser esa jefa pintoresca, detallista con sus empleados, vestir como la directora creativa que soy y llevar el pelo de colores siempre. Que nadie me imponga un horario, que pueda escapar cuando se me antoje, que mi lugar sea un refugio para otros. Quiero recibir desconocidos todo el tiempo y crear relaciones más allá de lo profesional. Quiero construir un pequeño universo que me permita cambiar de parecer sin alterar la fórmula original.

No hay comentarios:

Publicar un comentario